viernes, 20 de abril de 2012

Capítulo 9: "¿Pretendes seducirme?"

Me vuelvo a tumbar sobre el césped, pero esta vez no consigo dormirme, oigo los pasos de alguien aproximándose hacia aquí.
Se sienta a mi lado, empiezo a sentirme incómoda.

 -Hola. -Dice animadamente.

No le miro, no quiero hablar con nadie, quiero estar sola como he estado siempre. Soy una cabezota y una orgullosa, lo sé, pero a mí ya no me cambia nadie.

 -Soy Harry.

Ahora sí lo miro. Mi mirada se clava directamente en sus ojos azul mar.

 -¿Harry? -Digo sorprendida.
 -¿Me conoces?

Sonríe de lado. Ahora que me fijo bien, tiene una sonrisa preciosa, y de los ojos ni hablemos. Tiene un piercing en la ceja y varias mechas rubias sobre su pelo castaño.

 -Si eres el amigo de Danny y de Tom, digamos que me han hablado de ti.
 -¿Sí? ¿Y qué han dicho de mí?

Se acerca más y su sonrisa se hace más pronunciada.

 -No mucho, que has venido de España.
 -¿No te han dicho nada más?
 -Ehm... No.
 -Vaya... Es una pena, ya les comentaré que te hablen bien de mí.
 -¿Por qué ellos? ¿Es que tú no sabrías decir nada de ti, o qué?
 -Demasiadas cosas diría, pero me llamarías egocéntrico.
 -Ah, ¿que no lo eres?
 -JAJA, qué graciosa la niña.
 -¿A quién llamas tú niña?

Le miro con cara de pocos amigos arqueando una ceja.

 -Perdona, perdona, era en plan cariñoso.
 -Deja los motes "cariñosos" para otra.

Aquí, o todos los tíos son como Danny o como este, o unos pijos repelentes.
Lo único bueno de este campamento son las vistas.

 -¿Te vienes? He quedado con Tom y las chicas. -Dice sonriente.
 -¿Qué chicas?
 -Carrie, Vicky y Gio, ¿las conoces?
 -A Carrie no.
 -Vente, y así la conoces.

¿Voy? ¿No voy? Pf... no sé qué hacer. Estoy bien aquí. *¿Pero piensas pasar todo el verano sola?* Es lo que tenía en mente, sí.
No me va mal sola, la verdad, nadie me falla, no tengo que contar con nadie, nadie tiene que contar conmigo. Voy a mi rollo, sin importarme nada. No sé por qué debería cambiar ahora.

 -No me apetece.
 -¿Por?
 -No insistas.
 -Como quieras. Nos vemos.
 -Adiós.

Se despide con una sonrisa en los labios y se va por donde vino.
¿Que por qué no he ido con él, os preguntáis? Pues muy sencillo, como ya he dicho antes, me gusta estar sola. No me hace falta nadie para vivir.
Me levanto sin ganas y comienzo a caminar. Todavía no he visto el campus entero, demos un paseo por los alrededores.
Al lado de la residencia del enano, hay un gran lago, un lago realmente precioso. Ya está atardeciendo y el reflejo del sol y el cielo anaranjado sobre esas aguas es algo realmente mágico.
Me acerco al lago, y oigo una voz a mi espalda.

 -Bonito, ¿eh?
 -Precioso.
 -Como tú.

Me giro para toparme con los ojos del causante de esa voz tan jodidamente única. Sí, es él, Danny.

 -¿Pretendes seducirme? -Le miro divertida.

Se acerca lentamente hacia mí mientras se me instala una sonrisa en la boca, una sonrisa involuntaria, sonrisa de la que no me doy cuenta hasta que veo dibujarse otra igual que la mía en su rostro.
La verdad es que los únicos que han conseguido que me muestre más agradable han sido Dougie y Danny. La verdad es que las cosas con cada de uno de ellos son diferentes, completamente diferentes.

 -Puede ser, ¿eres seducible?
 -Compruébalo por ti mismo.

Me giro volviendo a mirar al lago. Es extraño, pero no hay ni un alma por aquí, con la de críos que hay por el campamento.
Noto cómo sus manos se posan sobre mi cadera y apoya su cabeza en mi hombro izquierdo.

 -Hoy el sol, reflejado en el lago, tiene un brillo especial.  -Susurra contra mi oído.

Cuanto más susurra, su voz se vuelve cada vez más ronca.
El aire choca contra nuestras caras, provocando así que mi cabello se mueva al compás del viento.

 -Haces que todo esto sea diferente. -Digo sin pensar en mis palabras.
 -Nunca imaginé que eso saldría de tu boca.
 -Yo tampoco, pero ha salido, y si ha salido será por algo.
 -¿Por qué ha salido entonces?
 -No lo sé.
 -Ya...  -Dice suspirando.
 -No jodas las cosas, que eres capaz tanto de hacer que todo sea diferente como de joderlas.
 -¿Gracias?
 -Callado estás más guapo.
 -Tú siempre estás preciosa.
 -¿Sigues intentando seducirme?

Las manos que antes estaban en mi cadera, ahora rodean mi cintura, mientras que su cabeza sigue en la misma posición. A diferencia de nuestra postura de antes, Danny está más pegado a mí, muy pegado.
Deposita un suave beso en mi cuello, provocando que mi vello y mi piel se ericen. Puedo notar como sonríe contra él.

 -¿Contesta eso a tu pregunta?
 -No estoy segura.

Comienza el juego.
Sonrío de medio lado, sabiendo que él quiere jugar al mismo juego que yo. Se relame los labios y vuelve a depositas otro beso más delicado que el anterior, esta vez un beso húmedo. Ese beso hace que el aire provoque en mí un escalofrío. Escalofrío que él malinterpreta y continua con su juego.
Me giro y nos quedamos a pocos centímetros de distancia, él coloca sus manos en mi cadera, de nuevo.

 -Me apetece besarte. -Dice sonriendo cerca de mi boca.
 -Bésame. -Le sonrío divertida.

Acerca lentamente su boca, haciendo así que el juego se complique y eche todo a perder, tenerle tan cerca me impide pensar decentemente y como no haga algo rápido, toda la magia que se ha ido creando se desvanecerá con un simple beso.
Antes de que pueda acercarse más, coloco mi dedo índice sobre sus labios frenándole al mismo tiempo.

 -Pero... -Dice con una cara bastante cómica por el simple hecho de haberle cortado el rollo.

Sonrío y me separo de él. Me siento en el césped dejándole de pie tal y como estaba segundos antes. Finalmente reacciona y se sienta a mi lado mirándome mientras yo continuo mirando al lago.

 -Con dos besos que me des en el cuello, no voy a caer a tus pies, Danny.

miércoles, 18 de abril de 2012

Capítulo 8: "Tu nerviosismo te delata, rubito"

 -Bueno, creo que debería irme ya.

Me levanto y me seco las lágrimas con la manga de mi chaqueta.

 -¿No vienes con nosotros? -Pregunta levantándose.
 -No.
 -¿Por?
 -Tengo que ir a ver a Dougie.
 -Ah... El enano rarito. -Dice en un tono bastante molesto.
 -No hables de él en ese tono...
 -¿En qué tono?
 -No te hagas el loco ahora.
 -Encima... -Suspira cansado.
 -Mira, no hay quien hable contigo.
 -Venga, vete con tu amiguito.
 -Olvídame.

Me voy de allí cabreada. No tenía que haberle contado nada, pero tengo que abrir mi preciosa boca y joderlo todo. Ni siquiera sé si se ha quedado ahí quieto o si ha entrado en el edificio. Me importa poco, la verdad.

 -¡Hayley!

Me empieza a gritar y yo continuo andando. Estoy harta de que siempre esté pensando en él y no le importe que puede hacer daño sin que se dé cuenta.

-¡Hayley, espera!

Corre hacia mí, agarra mi brazo y hace que dé media vuelta. Me aparto bruscamente e intento buscar su mirada. Mira al suelo, arrepentido. 

 -Qué quieres.
 -No seas tan cabezota, por favor. Siento haberme puesto así, es que no entiendo que si estás con nosotros, tengas que ir a verle a él. 
 -Él está solo. Ahora mismo no tiene a nadie, sólo a mí, y creo que debería pasar un rato con él. Tú tienes a tu hermana y a tus amigos, no me necesitas. Él sí.
 -Si cambias de idea o te quieres pasar con él, ya sabes donde estamos.
 -Está bien.

Le sonrío sin ganas y me doy media vuelta para continuar mi camino. 
Camino sin prisa, ni siquiera sé donde puede estar Dougie, el campus es muy grande y yo no conozco esto. Después de varios minutos caminando sin dirección, veo una cabeza rubia y otra morena, están sentados en un banco, son una chica y un chic... ¿Dougie?
Vaya, parece que el enano ha ligado. Dejémoslo, pues.
Me alejo de allí sin ser vista, me alegra que Dougie mantenga una conversación con alguien que no soy yo. Que se abra, que hable con la gente, no muerde. La única que gruñe por todo soy yo, y fue con la primera que habló. Pienso si debería volver a la cafetería, si debería conocer al amigo de Danny, que se llamaba... ¿Jerry? Sí, algo así. No soy muy buena para recordar nombres, sólo he tenido un amigo.
¿Cómo será ese tal Jerry? La verdad es que me pica la curiosidad, tal vez sea un pijo o tal vez no...
Nah, no voy, nunca me ha gustado sociabilizarme.
Continuo caminando hasta dejarme caer en un gran jardín, la verdad es que todo el campus en sí está rodeado de un precioso jardín. Me tumbo apoyando mi cabeza sobre mis manos y esturando las piernas. El aire golpea mi cara, provocando así que cierre los ojos y deje mi mente completamente en blanco.
Duermo.
Es lo único que mantiene mi mente despejada,
Al cabo de no sé cuanto tiempo me despierto por el rugir de mis tripas. ¿Qué hora es? Meto la mano en el bolsillo de mi pantalón, pero no hay nada. 
Mierda... El móvil está en la habitación. 
Oigo unos pasos aproximándose hacia mí, me siento sobre el césped y miro hacia atrás, es Dougie. Viene con un bocadillo en su mano. Cuando llega a mi altura, se acomoda a mi lado.

 -Hola. -Dice sonriente.
 -¿Qué haces aquí?
 -Menos mal que estoy acostumbrado a tus borderías.
 -Lo siento.
 -Nah, no te preocupes. Toma, te he traído un bocadillo.

Me tiende el bocadillo y me decida una tímida sonrisa. Le miro extrañada.

 -¿Y esto? 
 -Para que te lo comas.
 -¡No jodas! 
 -Sí jodo.

Ríe son su risa tan peculiar de crío pequeño y yo me limito a sonreír.

 -No, en serio, toma. Han cerrado el comedor, y como no te he visto por allí,`pensé que no habías ido y que tendrías hambre.
 -Pensabas bien, gracias. -Cojo el bocadillo. 
 -Eso no es nuevo. -Dice con una sonrisa de superioridad.
 -Baja de tu nube.

Se me queda mirando esperando algo. 

 -Ya te he dado las gracias...
 -Oh, no, no era eso.
 -¿Entonces? -Digo mordiendo un cacho de bocadillo.
 -¿Por qué no has venido a comer?
 -Me he quedado dormida.
 -¿En serio? JAJAJA.
 -¿Tan raro es? Por cierto, tú me tienes que contar algunas cosas, ¿no?

Le miro desafiante mientras muerdo otro cacho de bocadillo.

 -¿Yo? Ehm... No... ¿por qué?
 -Tu nerviosismo te delata, rubito.
 -No... No sé de qué hablas...
 -Te he visto antes con una chica.

Su tez toma un color rojizo.

 -Bueno, verás... Es que... -Hace una pausa.

Le miro atentamente esperando una respuesta que no llega.

 -¿Te gusta esa chica? -Pregunto al fin.
 - ... -Baja la cabeza. -Sï...
 -Doug... ¿Estás seguro?
 -No... No lo sé, nunca me había sentido así. 
 -Prométeme que no vas a dejar que te hagan daño.

Me sorprendo de lo que acabo de decir, y Dougie parece ser que también, su expresión es un tanto extraña.
Esta es una de las pocas veces que me muestro así, no es normal que me muestre tan agradable en tan poco tiempo.
Va ser verdad eso de que me están cambiando. No, no quiero. Yo no quiero cambiar.
Aún después de este comportamiento tan extraño por mi parte, consigo que asome una sonrisa sincera en su cara.

 -Lo prometo.

Duda si abrazarme o no. Él es tímido, yo una borde. Esto ya se ha dado antes. Pasamos por muchos momentos de tensión, hay confianza por su parte, pero por la mía no, y quiero contarle todo lo que le conté a Danny, pero no puedo, hay algo que me lo impide.
Con Danny exploté, no es que confíe en él plenamente, pero no pude aguantar más y él estaba ahí en ese momento.
Finalmente, me acerco a él y le abrazo. Le pilla por sorpresa, pero segundos después me rodea con sus brazos.

 -Gracias. -Dice separándose de mí.
 -Gracias, ¿por qué? -Pregunto extrañada.
 -Por todo.
 -No las des, somos amigos, ¿no?

Sonríe con timidez y muerdo el último trozo de mi bocadillo.

 -Y dime, ¿cómo es ella?

Sus mejillas vuelven a tomar un color rojizo y mira hacia el suelo mientras se frota las manos con cierto nerviosismo.

 -Es muy guapa y muy simpática... -Hace una pequeña pausa. -Y bueno, se aloja en la habitación de al lado... ¡También le gusta Blink!

Me mira entusiasmado y con cierto brillo en sus ojos. Me gusta verle así.

 -¿Qué más sabes de ella?
 -No mucho, se llama Christine, y... he quedado con ella ahora. No te importa, ¿no?
 -No, ya me contarás qué tal con ella. 
 -¡Claro!

Me da un beso en la mejilla, sin esperarlo, y sale corriendo. 
Y otra vez me vuelvo a quedar sola.

sábado, 14 de abril de 2012

Capítulo 7: "Un amigo es una sola alma dividida en dos cuerpos"


Rompo a llorar, pronunciar su nombre en alto me hace sentir como una muñeca de porcelana cuando cae al suelo. Rota por dentro. Rota por fuera. Sin arreglo.

 -¿David? ¿Quien es David? ¿Tu hermano? ¿Tu padre? -Dice con pena en sus ojos.
 -Un... Un amigo.

No puedo hablar. Me duele en el alma hablar de él. A nadie le conté nada sobre él después de su muerte.
Aunque en el fondo, lo que necesito es contarlo, lo sé, necesito que me ayuden a superar esto. Llevo guardando esta historia años.


Flashback
5. Mayo. 1996

Vamos al hospital, ayer también fuimos, David sigue durmiendo allí, no sé por qué, no me lo quieren decir. Dicen que se pondrá bien y que volveremos a ir al parque juntos como siempre. Yo quiero que se despierte ya, lo he intentado pero no lo consigo.
Entramos donde están las enfermeras sonrientes. 
Voy corriendo a la habitación de David, ¿se habrá despertado ya? Eso espero...
Pero no. Sigue dormido.
Mis padres están fuera hablando con los padres de David, están muy tristes los cuatro. Su madre llora, no sé por qué, por David no es, me dijeron que se pondría bien.
Voy al lado de su cama y me siento en ella, como hago todos los días.

 -David, despierta. 

Le muevo el brazo, pero sigue igual.

 -Vamos, David, me aburro mucho sin ti, no sé qué hacer, los de clase me dan de lado...

Suena un "piiiiii" que no sé de donde viene. Karen y Adam, los padres de David, entran en la habitación muy rápido. Empiezan a llamar a los doctores y enfermeras, y Karen y mi madre se ponen a llorar. ¿Qué pasa? ¿Por qué llora todo el mundo? Me sacan de  allí. No. No quiero, quiero estar con él.
Lloro. Lloro mucho y mi padre me abraza.

 -No pasa nada, cariño, todo saldrá bien. -Acaricia mi pelo.
 -¿Y... Y por qué mamá llora? ¿Por qué han entrado los médicos donde está David? ¿Por qué David no se despierta? Yo quiero estar con él...
 -Y volverás a estar con él. Te lo prometo.

Fin flashback


Nunca más volví a verle. Se fue. Se fue y me dejó sola. Pero nunca olvidaré el día en el que apareció después de su muerte. Historia con la que llevo soñando aquel 9 de mayo de 1996.


Flashback
9. Mayo. 1996

Voy con mis padres al cementerio, donde hay muchas piedras, todas iguales. Algunas tienen flores y otras no. David murió. Se fue al cielo el día en el que mi padre me dijo que volvería a verle y a jugar con él. 
Mi madre dice que allí está mejor. Pues yo quiero ir con David allí. 
Nos paramos delante de una piedra, dejan unas flores muy bonitas, se quedan mirando un rato esa piedra, y se van. 
Yo me quedo leyendo lo que pone en ella. Es un nombre y unos números: David Harper. 7/9/1986 - 5/5/1996.
Es... Es la piedra de David. Aquí mismo está él. Empiezo a llorar. Le echo muchísimo de menos.

 -David... Me prometiste que siempre ibas a estar a mi lado, que siempre íbamos a estar juntos. Ibas a cuidar de mí, me prometiste que nunca me ibas a dejar. Mi padre me prometió que volvería a verte y a jugar contigo... Ya no creo en las promesas. Tus promesas y las de mi padre sólo han sido palabras. Yo... Yo quiero que estés aquí ahora. Quiero que me abraces. Fuiste mi único amigo, quiero ir donde tú estás ahora. -Digo con lágrimas en los ojos.
 -Hayley, siempre estaré a tu lado.
 -¿Q... Qui... Quien ha dicho eso?
 -Yo. David.
 -¡No! ¡Él no está aquí! ¡Me dejó! ¡Me prometió que estaría siempre conmigo y ya no está! ¡Se ha ido para siempre!
 -No me he ido... Siempre estaré contigo. No quiero que llores. ¿Te acuerdas de lo que te dije una vez? Un amigo es una sola alma dividida en dos cuerpos. No lo olvides. Yo sigo contigo, nunca me separaré de ti.
 -¿David?
 -No me olvides nunca.

Fin flashback


Y tal como vino, se fue. Nunca llegué a verlo, pero sí lo sentía.

 -¿Hayley? -Pregunta Danny a mi lado.

Le miro. Su cara muestra... ¿miedo?

 -Llevo llamándote un buen rato, pero no dejabas de llorar y de mirar al frente.
 -Yo... Lo... Lo siento.
 -¿Necesitas hablar?
 -No lo sé.
 -Estoy aquí, ¿vale?

Me abraza y lloro contra su pecho con más intensidad, mojándole gran parte de su camiseta.

 -Le echo de menos... -Digo aun llorando.
 -¿A David?
 -Sí...
 -Sshh. Tranquila.

Me separo de él bruscamente.

 -No... No puedo. No puedo tranquilizarme, joder. Que son 7 años pensando en lo mismo. Que seguro que pensarás que estoy loca por no haberlo superado, pero es que fue mi único amigo, y se fue dejándome sola. Recuerdo cada minuto a su lado. Todo, me lo enseñó todo en esos 7 años de amistad. Lo nuestro no era una amistad realmente, teníamos una conexión que nadie entendía, ni entenderá.
 -¿Es eso lo que te hace llorar cada día?
 -Entre otras cosas...
 -Dicen que contando tus problemas, cicatrizan antes las heridas. Cuando estés preparada me lo puedes contar.

Miro hacia el horizonte y comienzo a hablar. Me da igual si hago bien o mal en hacerlo, necesito hacerlo. Necesito curar esas heridas. David me dijo que no sufriera, que él iba a estar bien.

 -Con 3 años conocí a David. Fue el único que quiso acercarse a mí  para ser mi amigo. En siete años, nos hicimos inseparables, íbamos todos los días al parque, nuestros padres nos apuntaron en el mismo colegio, pasábamos casi las 24 horas del día juntos.

Danny me mira atentamente, observa cada movimiento que hago al pronunciar una palabra.

 -Hace 7 años, en una excursión, él cruzó sin mirar y un coche lo arroyó. Todos creímos que había muerto en el acto, pero no, él era fuerte. Entró en coma al día siguiente. Lo íbamos a ver todos los días, yo pensé que estaba dormido y lo intentaba despertar. -Sonrío con melancolía recordando ese momento. -Pero nunca despertó. Meses después, murió.

Cierro los ojos intentando, así, que cesen las lágrimas, pero no lo consigo. Caen con más intensidad.

 -A los pocos días, fuimos al cementerio para llevarle flores. Cuando mis padres se fueron, yo me quedé, y lo sentí. Sentí a David a mi lado, hablándome.

Miro a Danny que me mira con una cara inexpresiva. Sus ojos están acuosos y su boca abierta. Diría que es tristeza, pero está como una piedra. Helado.

 -¿Q... Qué lo sentías? -Por fin articula palabra.

Vuelvo a mirar al horizonte.

-Sí. Me hablaba, me susurraba, me acariciaba. Me dijo una frase que jamás olvidaré. "Un amigo es una sola alma dividida en dos cuerpos". Cuánta razón tenía. -Vuelvo a sonreír. -Pero al cabo de unos meses, me dejó. Dejé de sentirlo, dejé de oír su voz, sus susurros, dejé de notar sus caricias. Me volvió a dejar. Sola. Los de mi clase y los de las demás me echaban la culpa de lo que pasó aquella mañana, porque al fin y al cabo, yo estaba con él. Me creía todo lo que me decían, a pesar de que David me dijera que no, que no los escuchara, que mentían. Pero era pequeña. No sabía a quien creer, si a un fantasma que era producto de mi imaginación o a gente real que vieron lo que pasó. Y aquí estoy, intentando aparentar ser fuerte.

Vuelvo a mirar a Danny con una sonrisa partida en la cara. Intenta esconder sus lágrimas que luchan por salir de sus lagrimales.

 -No... No sé qué decir. Yo... 
 -No hace falta que digas nada. Yo necesitaba que alguien me escuchara y las hecho.
 -Joder, yo... Joder. No me esperaba algo así. Lo siento mucho, de verdad.
 -No lo sientas, no hay nada que sentir. Ahora él está en un lugar mejor, y yo estoy con gente con la que merezco estar.

Le sonrío y me devuelve la sonrisa.
Nos quedamos mirándonos a los ojos. Debajo de esa mirada triste, hay una mirada que no me gusta nada, sé que quiere ir a algo más, sólo hay que tener en cuenta qué quiso hacer la primera vez que nos conocimos.  Mi mirada tan sólo expresa agradecimiento. Y es lo único que debe expresar.

viernes, 13 de abril de 2012

Capítulo 6: "Y yo me llamo Tiffany y soy rubia de bote"

26. Junio. 2003

La luz del sol se cuela por la ventana haciendo así que me despierte. Me incorporo un poco para alcanzar mi móvil y saber la hora que es. ¿Las 8? Buenas noches.
Vuelvo a tumbarme dando la espalda a los rayos del sol que se han colado por la persiana de mi habitación y vuelvo a cerrar los ojos intentando así volver a dormirme.

Al cabo de varias horas después, llaman a la puerta. Ya están jodiendo, es que no puede una dormir tranquila nunca, ¿o qué?


 -Quien quiera que seas, no estoy. -Digo desde la cama.

No me voy a levantar, ¿para qué? Ni siquiera voy a mirar qué hora es, me importa bien poco, la verdad.

 -¿Estás bien? No te hemos visto en la cafetería. -Dice una voz de una chica al otro lado de la puerta.
 -Sí, estoy bien. Nunca desayuno, sólo es eso.
 -¿Quieres que te traigamos algún bollo o algo? -Esta vez contesta otra chica, pero la voz de ésta me suena bastante.
 -No, da igual, ya me levanto.

Total, ya me han desvelado...
Me levanto sin ganas, arrastrando los pies y me miro en el espejo. ¡Anda! Si ya estoy vestida, ni me acordaba de que ayer me dormí con la ropa puesta... Voy al pequeño baño que está al lado de la puerta de la habitación y me lavo la cara. No, si ya decía yo que esto es de niños ricos.
Cojo la primera camiseta que pillo del armario y me la pongo. Me recojo el pelo en una coleta y abro la puerta.
Antes de salir me aseguro de que la llave sigue en el bolsillo. Sí, sigue ahí. Pues vamos. Cierro la puerta y voy por los pasillos medio adormilada. No sé qué hora es, y se me ha olvidado el móvil dentro. Paso de volver a la habitación. 
Al girar la esquina, me encuentro con la chica morena del despacho y con la del pelo rojo. 

 -Hola. -Digo todavía adormilada.

Lo menos que puedo hacer es saludarlas después de que se hayan ofrecido a traerme algo, la verdad es que es la primera vez que me ofrece algo así alguien sin conocerme. 
Se giran y me miran sonrientes.

 -Hola... Hayley, ¿no?

Vaya, se acuerda de mi nombre. Después de haber sido tan gilipollas con ella, sigue igual de agradable que la primera vez.

 -Sí. ¿Vosotras?
 -Vicky. 
 -Giovanna, pero prefiero Gio.
 -Oye que... Gracias por ofrecerme algo de comer a pesar de haberme comportado como una imbécil contigo.
 -No te preocupes, no pasa nada.

Sonríe. Vicky también lo hace. No parece crías repelentes como muchas de las que he visto por aquí, sólo hay que ver cómo me miran, y tan solo llevo un día metida aquí.

 -¿Bajas a comer algo? -Pregunta Vicky.
 -Ya que estoy aquí, no me queda más remedio.

Ríen. No sé por qué, no he dicho nada que pueda causar gracia. Es una frase totalmente cierta como cualquier otra.
Me gusta mucho el pelo de VIcky, es muy original, sé que ya lo he mencionado una vez, pero es que es increíblemente bonito. Y sus pintas no tienen nada que ver como las de las otras crías. Ella parece tener su propio estilo vistiendo.

 -Supongo que ya conoces a Tom. -Dice Giovanna.

Se le iluminan los ojos y una sonrisa tonta se le instala en su cara cuando pronuncia su nombre.

 -Sí, he hablado con él alguna que otra vez. Poco, pero hemos hablado.
 -Está muy pillada por él.

 -¡Vicky!
 -Lo siento...

 -Y no me gusta...  -Dice Gio sonrojada.
 -Noooo, qué va. Y yo me llamo Tiffany y soy rubia de bote, no te jode.

Río. Ese comentario la verdad es que me ha hecho gracia. Definitivamente, estas chicas son diferentes.
Llegamos a la cafetería y nos sentamos en uno de los sillones. Vicky se ha prestado voluntaria para pedir los bollos o lo que traiga. Nos quedamos Giovanna y yo solas. 

 -Así que te mola Tom, ¿no? Parece muy majo.
 -Lo es. Es muy atento conmigo. -Dice mientras se le escapa una tímida sonrisa.
 -¿Y ahora dónde está?
 -Supongo que con su hermana, hoy venía un amigo suyo.
 -Ah...

Hablando de amigos... ¿Y Dougie?

 -Una cosa, no habrás visto a un chaval rubito con el pelo de punta y con una cara de crío pequeño, ¿no? Siempre está por aquí solo.
 -Ehm... Creo que no. Ahora preguntamos a Vicky,
 -¿Ya me estabais echando de menos?

Y por ahí aparece con una bandeja con galletas, zumo y bollos.

 -Gracias, en serio. -Digo realmente agradecida.
 -No las des. -Dice Vicky sonriendo. -Bueno, Gio, a lo que iba. Tú le molas a Tom. Sólo hay que verle la cara cuando estáis juntos, algún día acabaréis los dos viendo películas de Disney abrazados en un sofá. Sino, pregúntaselo a Carrie. 
 -Ay, no me comas la cabeza. Por cierto, Vicky, ¿has visto a un chaval rubio con el pelo de punta que siempre está solo?
 -¿Cuándo, ahora?
 -Eh, no. -Interrumpo. -Esta mañana. Seguramente estaría desayunando solo.
 -Pues ahora que lo dices... Sí, y no está nada mal el chaval. ¿Por qué? ¿Lo conoces?
 -Sí.
 -Ay, pues preséntanoslo. -Dice Vicky entusiasmada.
 -Es muy tímido, no sé si querrá.
 -Bueno, algún día habrá que conocerle. Por cierto, Vicky, ¿y tu hermano?
 -Pues supongo que con Tom y Carrie esperando a Harry.

¿Qué? No me entero de nada. 

-Esto... ¿Me podéis decir quien es quien? -Digo confusa.
 -¡Claro! A ver, Tom y Carrie, que son hermanos, y Danny, que es el hermano de Vicky, han ido a la entrada del campus a esperar a un amigo, Harry, que viene de visitar a sus primos de España.
 -Ah.

¡Eh! Para el carro. Ha dicho Danny. Danny el amigo de Tom. Danny al que conozco. ¿Ese Danny? ¿Danny es el hermano de Vicky? Vamos, no me jodas. Ya me odia él, no quiero que también me odien ellos, se les ve majos.

 -¡Eh! ¿No son ellos? -Pregunta Gio.

¿Qué?

 -Sí, parece que sí. -Contesta Vicky.

Perfecto.

 -Bueno, que me tengo que ir, gracias por esto. -Digo bastante incómoda.

Me levanto y salgo corriendo de allí.
Me siento en las escaleras, fuera del edificio. ¿Yo? ¿Huyendo de un tío que me ha mandado a la mierda? Soy gilipollas. Tendría que haber vuelto y haberle dejado las cosas claras.
Pero paso, paso de más movidas, eso puede hacer que ni Tom, ni Vicky, ni Giovanna, me dirijan la palabra, y por fin he hablado con un grupo de gente sin discutir. Me han contado cosas como si fuera su amiga. Me he sentido aceptada.
Una pelota pasa a milímetros de mi cara, sacándome de mis pensamientos. ¿Qué cojones?

 -¡EH! ¡TEN MÁS CUIDADO LA PRÓXIMA VEZ, GILIPOLLAS.  -Digo enfurecida. 
 -¿A QUIÉN LLAMAS TÚ GILIPOLLAS?

Me levanto hecha una furia, el tío que me ha tirado el balón, se me acerca, y al parecer no es la primera vez que lo veo.

 -¡Tú! -Dice sorprendido.
 -Yo.
 -Vaya, Así que la mechitas se pone chula.
 -Yo no me estoy poniendo chula, sólo te digo que la próxima vez tengas más cuidado. 
 -¿Y si no quiero?
 -Haré que quieras.
 -¿Tú y cuántas más?

Me pega un empujón y le escupo en la cara.

 -Mira niña, me vuelves a escupir y te parto la cara, ¿estamos?

 -Yo seré una niña, pero prefiero ser eso a ser un niño pijo con un cociente intelectual por debajo de 10. Espera, sabes a lo que me refiero con coeficiente intelectual, ¿no?
 -En el pasillo me tocaste los huevos, y me los estás volviendo a tocar, niñata de los cojones.
 -Sigue insultándome. Ya he oído todos los insultos que se le pueden ocurrir a una persona. -Digo dando media vuelta para irme. Pero su voz me lo impide.
 -¿Sí? ¿También te han dicho que tu madre es puta y que tu padre se tira a todas las de tu barrio?
 -¿PERO DE QUÉ COÑO VAS? ¿TÚ QUÉ COJONES SABES DE MIS PADRES? ¿EH? TÚ NO SABES UNA MIERDA DE NADA. 

Empiezo a darle empujones, y éste me coge de las muñecas intentando retenerme. Pero me sigo revolviendo. Ni Dios se mete con mis padres.

 -¡EH! ¡EH! ¡EH! -Grita alguien a mi espalda. 
 -¡Danny! Échame una mano, tío, que esta niña no sabe lo que es estarse quietecita.
 -¿Hayley? 
 -Déjame.
 -¿La conoces? ¿Otra a la que te has tirado? 
 -¿Qué cojones está pasando aquí? Jeff, suéltala.
 -¿Por qué? 
 -¡Que la sueltes ya, hostias!
 -Vale, vale.

EL imbécil, cuyo nombre parecer ser Jeff, me suelta, no sin antes dedicarme una mirada de odio. Mirada que devuelvo con orgullo. Coge el balón y se va por donde vino la pelota que por poco me da. 
Me siento en los escalones, pasando de Danny. No sé por qué me ha ayudado, no sé por qué está aquí, se supone que tiene que estar con su amigo, no aquí conmigo. Se supone que me odia.

 -¿Se puede saber qué ha pasado aquí? -Dice sentándose a mi lado.
 -¿Se puede saber qué haces aquí que no estás con tu amigo? -Contesto con el mismo tono.
 -Salvarte el culo.
 -No necesitaba ayuda.
 -¡Jeff te iba a partir la cara! 
 -¿¡Y qué!? ¿¡Qué mas da!? En el fondo me lo merezco.

Miro hacia el suelo evitando su mirada.

 -¿Se puede saber qué ha hecho para que te pongas así?
 -Nada, no ha hecho nada.
 -¿Te gusta meterte en peleas? Porque si es así, me lo dices y paso de estar salvándote el culo. 
 -Según tú, soy peor que todas las pijas que hay aquí, y que no tengo a nadie a mi lado. Pues si eso piensas de mí, sigo sin saber qué haces aquí. -Digo volviendo a dirigirle la mirada.
 -No lo pensaba en realidad.
 -Claro...
 -Que no, joder. Siempre hablo sin pensar cuando me enfado.
 -¿Y por qué te enfadaste? ¿Tenías motivos? No te quise contar lo que me pasaba, sólo eso, y que yo sepa, es decisión mía, no tuya, así que no era motivo. Y me dolió que dijeras todas esas palabras.
 -Joder, lo siento. Sé que no era motivo, pero te veía llorar y yo no podía hacer nada para evitarlo. Y me mataba verte así, en serio. ¿Me lo vas a contar ya?
 -No.
 -¿¡Por qué!?
 -¡Porque no puedo! Lo siento, pero es que no puedo. Ahora no.
 -¿Y lo que acaba de pasar ahora? Eso sí, ¿no? 
 -Que tu amiguito Jeff ha dicho que mi madre es puta y mi padre se tira a todas las de mi barrio, ¿te parece motivo suficiente para partirle la cara?

 -¿De verdad te ha dicho eso?
 -Sí.
 -Joder...

Nos quedamos en silencio. Yo, porque no me apetece hablar, y él porque parece ser que no se cree que su amigo haya dicho todas esas palabras tan bellas. 

 -¿Por qué has dicho antes que te merecías que te partiera la cara? -Dice sin esperármelo. 
 -Porque me lo merezco. Ahora mismo debería estar muerta.
 -¡No vuelvas a decir eso en tu vida! -Dice alterado.
 -Yo debería haber muerto, no él.
 -¿No quien?
 -David.

jueves, 12 de abril de 2012

Capítulo 5: "Me llamo Danny"

No sé cuánto tiempo llevamos en silencio, pero no me importa, su compañía no me incomoda, y por mucho que mi malhumor salga a la luz, él sigue ahí intentando sonsacarme problemas de mi infancia.

 -¿Por qué te intereso tanto? -Pregunto sin que él lo espere.
 -Qué directa eres tú, ¿no?

Me mira, pero yo continuo mirando al cielo.

 -Algo de eso me han dicho. Contesta a mi pregunta.
 -Hayley, Hayley...

Le miro asombrada.

 -¿Quién te ha dicho mi nombre? 
 -¿Te dice algo... Tom? -Pregunta son una sonrisa de medio lado.
 -¿El rubio con un hoyuelo?
 -¡Claro!
 -Nadie diría que os lleváis.
 -¿Por qué? 
 -Él parece tan educado y tú tan... tú.
 -Sí, yo también pensé lo mismo cuando lo conocí, pero me ha ayudado a superar algunos momentos bastante difíciles para salir adelante por mí mismo.
 -Supongo que las apariencias no importan...
 -Exacto. Que ya he visto que esta mañana estabas con el enano rarito que siempre está solo. Miraos, uno tímido y la otra que no quiere tener a nadie a su lado.

Vuelvo a mirar el cielo cubierto de pequeños puntitos. Paso de contestar, no quiero perder el tiempo en tonterías.

 -No me has contestado. ¿Por qué te intereso tanto? -Vuelvo a insistir cambiando de tema.
 -Cuando se te mete algo en la cabeza no hay quien te lo saque, ¿eh? No eres pija y no has caído en mis encantos, pero eso no significa que no lo hagas. Eso es lo que me ha llamado la atención de ti.
 -¿Qué pasa? ¿Aquí todas las tías se quieren liar contigo? -Digo incrédula.
 -Algo así.
 -¿Y qué haces perdiendo el tiempo conmigo? Tienes a todas bajo tus pies.
 -Pero a ti no. -Dice bastante serio.
 -Ni aunque fueras el único hombre sobre la faz de la Tierra me liaría contigo.
 -Eso dices ahora.
 -Y siempre.

Esto me empieza a cansar. Hago un amago de levantarme pero me agarra del brazo. 

-Vale, vale. Ya me callo.

Consigo lo que quiero y vuelvo a tumbarme sin dedicarle ni una simple mirada. 

 -Me llamo Danny.

Quiero que se calle de una vez, que no hable, estaba muy bien sola pensando en David.
David...
Coloco una de mis manos sobre mi frente cubriendo mis ojos cerrados. No sé qué hora es. No sé si seguirá mucho tiempo a mi lado, pero ahora mismo no quiero hablar. Cuando vea que paso olímpicamente de su cara, se irá y me dejará sola, como todas y cada una de las personas que se han acercado a mí, a excepción  de Karen. La verdad es que cuando vi a Danny por primera vez, me acordé de cuando conocí a David.


Flashback  
12. Febrero. 1986

Voy al parque con mi abuela, ella siempre me lleva a todos los sitios para jugar, mi mamá nunca está en casa y mi papá trabaja.
Hoy me ha dicho que vamos a ir a un parque muy, muy, muy grande donde hay muchos niños para jugar.
Nos paramos delante de un jardín con muchos columpios y toboganes. Me voy a montar en todo.

 -Ve a jugar, cielo, me quedaré en ese banco de allí, ¿vale? 
 -Vae.

Voy corriendo al tobogán más grande que hay. Subo por las escaleras, pero un niño grande me empuja y me caigo de culo. Lloro. Ese niño me ha hecho mucho daño.

 -No puedes pasar. -Dice enfadado.
 -¿Pod qué?
 -Porque esto es mío.
 -¡Eh! Eto no ez tuyo. -Dice un niño detrás mía.

Se acerca y me levanta del suelo.

 -¿Y tú quien eres? -Digo sonriendo.
 -Daví.

Fin Flashback


Fue el único que quiso ayudarme, el único que me levantó del suelo de aquel tobogán, a pesar de la cantidad de niños que había por ahí. Es raro que todavía me acuerde del primer día en el que le conocí, fue sólo con 3 años, pero fue mi único amigo, un único momento que recordar.
Mis ojos vuelven a inundarse de lágrimas, seguro que ya se ha ido, por lo que me da igual llorar aquí que en la habitación. 
Me quito las manos de la frente y las apoyo sobre el césped frío, pero mi mano derecha roza algo cálido. Una mano. Miro hacia ese lado y está ahí. Danny.

 -Si en el fondo me vienes buscando y todo. 

Sonríe de medio lado, sus ojos a la luz de la luna cogen un brillo especial. Demasiado bonito.
Agarra mi mano y entrelaza sus dedos con los míos. Esta sensación me recuerda a Phil, el hijo de puta que no merece ser recordado.
Me mira. Con pena. Clava sus ojos en los míos, por primera vez, después de tanto tiempo, me siento pequeña.
Lágrimas continúan recorriendo mis mejillas, como si de una carrera se tratase, sin esperar a que dé la salida.

 -Cuéntame qué te pasa, por favor. No es normal que te pases llorando todo el día.
 -Llevo así toda mi vida, ¿por qué hoy debería dejar de hacerlo?
 -Porque te lo pido yo.
 -Como si fuera tan fácil.

Con mi mano izquierda seco mis lágrimas, lágrimas que no cesan, lágrimas que muestran que sigo queriendo a una de las personas más importantes de mi vida.

 -¿Qué hora es? -Pregunto huyendo del tema, de nuevo.

Saca su móvil y mira la hora, la luz del móvil hace que sus pecas sean visibles. Pecas, David. David, pecas. Salid de mi mente, por favor.

 -Las 12.
 -Aquí no habrá horario para ir a dormir como los críos pequeños, ¿no?

Suelta una pequeña carcajada.

 -No, tranquila, como si no dormimos, ese es nuestro problema.
 -Puedes soltarme ya la mano, no voy a dejar de llorar porque me lo pidas.
 -Puedo, pero no quiero.

Pues si él no quiere, no hay nada que hacer. Para qué mentir, me siento bien a su lado.
*¿Hayley? ¿Eres tú?* Este campamento me está cambiando. Quizá es esto lo que quiere Karen, que empiece una nueva vida. Es lista, demasiado lista.

 -¿Por qué eres así conmigo? -Pregunto volviéndole a dejar confuso.

Le miro mientras lágrimas y más lágrimas se deslizan rápidamente por mis mejillas.

 -¿Así como? 
 -Pues así, pareces un tío que pasa de todo, que sólo piensa en sí mismo, pero luego no te separas de mí.
 -Tal vez será porque no quiero separarme de ti.
 -No compliques más las cosas.
 -Yo no estoy complicando nada.
 -Aunque creas que no, aunque creas que estás haciendo lo correcto, no es así. Yo no soy como esas pijas que buscan un rollo para ser más populares, sólo quiero pasar desapercibida, que se acabe esta mierda y volver a donde debo estar ahora mismo. Soy muy complicada de entender, muchas veces ni siquiera me entiendo ni yo. 

Me seco las lágrimas con rabia. No quiero que siga viéndome llorar. Necesito a Karen. 
Me intento levantar pero vuelve a retenerme tirando de mi mano.

 -¿Qué quieres ahora? Quiero irme ya.
 -Pero yo no quiero que te vayas.
 -Me da igual lo que tú quieras.

Su mirada cambia automáticamente.

 -Pues venga, vete, ¿Yo intento ayudarte y así es como me lo pagas? Normal que no tengas a nadie a tu lado. Luego te quejas de las pijas, pero tú eres peor que todas ellas juntas.

Me suelta de la mano y se va. Perfecto, uno menos.
Él no es quien para decirme eso, él no sabe nada de mi vida, no tiene por qué enfadarse si no le quiero contar nada.
Las lágrimas corren por mi cara con rabia. No sé si lloro por lo que ha dicho o por el simple hecho de que ya no esté aquí.
Quiero salir de este mundo. No merezco la ayuda de nadie, y menos la de Karen. Yo tenía que haber muerto, no David. Él hubiera sabido afrontar todo esto, yo no puedo. Me obligo a mí misma a pensar que no necesito a nadie a mi lado, no quiero depender de la gente. Me obligo a mí misma a estar sola.
Me levanto sin ganas del césped, y vuelvo a mi habitación. Me meto en la cama con la ropa que llevo puesta, ni pijama, ni nada. Paso en estos momentos de todo.
Este ha sido un puto día de mierda.

Capítulo 4: "Te he dicho que yo no soy tan fácil"

 -¿Jennifer? -Pregunta son una sonrisa en su boca.

Pone su mano derecha sobre mi cadera. Niego con la cabeza y le miro divertida.

 -¿Stacy? -Vuelve a preguntar.

Ahora pone su mano izquierda. Vuelvo a negar.
¿Jennifer? ¿Stacy? ¿En serio? Qué pena de hombre.
Me gusta esto, así es como empezó todo con Phil, sólo que él era mucho más directo. Si a esos juegos tontos le sumamos la atracción que sentía hacia él, os imagináis lo que pasó después, ¿no?
Pero ya cometí ese error una vez, y no volverá a cometerse. Como ya dije, estaba sola, y él fue el único que quiso acercarse a mí, tal vez para luego hacerme más daño, pero por lo menos intentó hablar conmigo. 

 -¿Sabes? -Continua hablando.

Separa su mano izquierda de mi cadera para acariciarme el pelo. 

 -Me gustan mucho tus mechas.

No recibe respuesta por mi parte.

 -¿No dices nada?

Subo mis manos hacia el cuello de su camisa, y desabrocho varios botones de ella. 
Una sonrisa pícara se instala en su cara mientras me río por dentro. Pobre iluso.

 -Aunque ahora no te va a hacer falta hablar mucho.

Vuelve a bajar su mano hacia mi cadera y me acerca más a él. Demasiado. Se acerca lentamente a mi boca. Yo permanezco quieta, pasando completamente de la situación.  Noto su aliento en mi cara, nuestras narices se rozan pero en ningún momento prueba mis labios. Desvío mi boca hacia su oreja y susurro palabras ya pronunciadas antes.

 -Te he dicho que yo no soy tan fácil.

Dicho esto, me separo de él mostrando una sonrisa malévola y vencedora. Salgo por la puerta dejándole ahí quieto en medio de mi habitación.
Hora de cenar.
Bajo sin importarme que un desconocido, por así llamarlo, se haya quedado en mi habitación solo. No tengo nada que le pueda interesar. 
Entro en el comedor y miro qué hay de cena. Sopa. ¿Ya está? ¿Sólo una simple y triste sopa? *¡Anda, como tú!* Gracias por recordarme que sigo estando sola. 
Sé de una que va a pasar hambre esta noche.
Me sirven la sopa y me voy a mi mesa de esta mañana. Parece que esta ya tiene nueva dueña. Me siento y veo por la puerta que aparece el chaval al que he dejado solo en mi habitación. Parece que busca algo o a alguien con la mirada. 
Me centro en mi sopa y noto que alguien se sienta a mi lado. Supongo que será Dougie.

 -Esta mañana he visto que estabas sola. ¿Quieres sentarte con nosotros?

Pero no es Dougie. Es el rubito que me enseñó dónde estaba mi habitación. Le miro pero no contesto. Él simplemente muestra una sonrisa encantadora.

 -Soy Tom.
 -Hayley.
 -¿Te vienes?
 -No. Creo que estoy bien aquí. 
 -Como quieras, pero si  necesitas algo, ya sabes donde estoy.

Bajo la mirada a mi sopa a modo de respuesta y continuo con mi cena.
Se levanta y vuelve a su sitio con las otras tres chicas de esta mañana. Noto a alguien a mi lado, pero no le da tiempo a sentarse. 

 -¿¡Otra vez!? -Pregunto bastante borde.
 -Perdón. Pensé que los amigos se sientan juntos a comer...

Es Dougie.

 -Lo siento, creí que eras un chaval que acababa de sentarse ahí hace un rato.
 -Si estás con alguien me voy. -Dice apenado. 
 -No estoy con nadie, simplemente se ha sentado aquí, pero mi agradable humor le ha echado.

Ríe. La verdad es que tiene una risa de crío bastante encantadora. 
Se sienta enfrente con su sopa. Ninguno de los dos hablamos. Entre que él es tímido y yo una borde, no sé qué clase de amistad es esta.

 -Bueno y... -Comienza a hablar. -¿Ya has terminado de colocar todas tus cosas?
 -¿Qué? ... ¡Ah! Sí. 
 -¿Y de dónde eres? Oye, no te molestará que te haga estas preguntas, ¿no? Sé que no quieres hablar de tu vida, pero, no sé, esto son cosas que se cuentan los amigos. 
 -Tranquilo, si me lo preguntas tú, no me molesta.

Parece que su tez toma un color rojizo. Agacha la cabeza para sorber su sopa.

 -Soy de Liverpool. -Digo volviendo al tema anterior para que no se sienta tan incómodo.
 -¡Hala! Me encanta Liverpool. ¿Has ido al Anfield? 
 -Por supuesto, fui con 7 años con... un amigo. No se me olvidará en la vida ese día.
 -Normal... Yo también quiero ir.
 -Algún día irás.
 -Ójala...
 -¿Y tú de dónde eres? -Pregunto curiosa.
 -De Corringham.

Tomo un sorbo de mi sopa y continua preguntando.

 -¿Qué tipo de música te gusta?
 -Simple Plan, principalmente. -Contesto orgullosa de mis gustos.
 -No está mal, pero yo soy más de Blink-182.
 -He escuchado alguna, no me va mucho pero sus canciones son muy pegadizas.
 -Haré que te guste.
 -Te costará.

Nos echamos a reír.
Después de tanto tiempo vuelvo a sonreír de verdad. Quizá el haber defendido a Dougiie haya merecido la pena.
Me retiro un mechón de pelo de la cara con la mano izquierda y me lo coloco detrás de la oreja.

 -¿Tienes un tatuaje?
 -Eso parece.
 -¿Qué pone?
 -"Silence is a scary sound".

 -Vaya... ¿Es por algo en especial?


 Bebo un trago de agua y me quedo pensativa. ¿Se lo cuento? No, todavía no, lo he conocido hoy y no estoy preparada para hacerlo. Vale que él sí me haya contando muchas cosas y haya confiado en mí, pero yo no puedo. No después de todo lo pasado a lo largo de mi vida.

 -Me gusta esa frase. Es muy cierta. -Dice alegre.
 -La verdad es que sí.

Acabamos la sopa entre más preguntas sin importancia y me voy a mi habitación. Él vive en la otra residencia, ¿la que está a tomar por culo a la derecha? Pues ahí.
Entro en la habitación y cierro la puerta, saco el pijama del armario y lo dejo sobre la cama. Todavía no creo que me vaya a dormir. Saco el móvil y miro la hora. Las 22.30, muy pronto. ¿Sabéis lo que le falta a esta habitación? Un ordenador. Tiene de todo menos un simple ordenador. 
Me asomo por la ventana, sinceramente, este campamento es precioso. 
No tengo sueño, saldré a que me dé el aire un rato. Supongo que no habrá toque de queda.
Me cojo una chaqueta que aquí refresca por las noches aunque sea verano, y me bajo al jardín que hay detrás de la residencia. Me siento y dejo que el aire choque contra mi cara, me relaja, hace que olvide todos mis pensamientos, hace que me olvide absolutamente de todo. Me tumbo sobre el césped frío y me quedo mirando las estrellas. Cada constelación. Cada punto en el cielo. Hoy se ve mejor que nunca Escorpio. David era Escorpio. Todo, completamente todo, me recuerda a él. Al principio lo sentía a mi lado cuando me dejó, pero hubo un día en el que ya no estaba conmigo. Me volvió a dejar, y esa vez fue para siempre.
Cierro los ojos y una lágrima recorre mi mejilla. Ese crío me enseñó muchas cosas. Quizá demasiadas.
Alguien se acerca, oigo sus pasos.

 -¿Otra vez llorando?

Esa jodida voz otra vez no. ¿Por qué siempre aparece cuando me muestro débil? Parece que me está espiando y cuando ve que lloro, viene.

 -Déjame en paz.

Seco mis lágrimas con la manga de mi chaqueta y me levando quedándome sentada sobre el césped.

 -¿A qué has venido? -Pregunto. 
 -¿No has dicho que te deje en paz? 
 -Si me quieres dejar en paz, vete, déjame sola. No sería la primera vez que me dejan.  
 -Oh, vamos. Si no me cuentas nada, no podré ayudarte.
 -Será porque no quiero tu ayuda, ni la de nadie, ni compasión, ni mierdas.
 -Por lo menos me dirás qué haces aquí con el frío que hace.
 -No tengo sueño y el aire me relaja, si tienes frío, vete, nadie te obliga a quedarte aquí conmigo.

Se tumba bocarriba con una mano sujetando su cabeza y la otra sobre su estómago.

 -¿Sabes? Eres muy complicada. -Dice con una sonrisa en sus labios.
 -¿Cómo debo tomarme eso?
 -Como tú quieras. Sólo te digo que algún día me contarás todo y conseguiré entenderte. 

Me tumbo a su lado imitando su postura, giro la cabeza para mirar a esos ojos azules cubiertos por su pelo mientras sigue mirando el cielo.

 -No estés tan seguro. 

Invertimos movimientos. Él me mira mientras yo miro las estrellas y la luna. Es extraño, pero no hay ni una sola nube sobre el cielo. 
Le miro de reojo, está sonriendo, niega con la cabeza y continua mirando ese cielo oscuro.
Qué juego más tondo. *Pero te gusta*. Quizá demasiado.

martes, 10 de abril de 2012

Capítulo 3: "Me pregunto si él es como yo"

Se aclara la voz y me mira fijamente.

 -Verás... De pequeño tuve mis amigos, como cualquier persona...

Sí... Cualquier persona...

 -...Pero desde que mi padre nos abandonó, la gente ya no se junta conmigo. No quieren relacionarse con gente como yo. Y como tengo un lagarto como mascota y soy muy tímido, pues no ayuda a relacionarme con la gente.

Vale, eso sí que no me lo esperaba...

 -Hay que se muy hijo de puta para abandonar a su hijo. -Digo con odio. 
 -También tengo una hermana, pero no ha venido.

Yo es que no lo entiendo, ¿para qué se tienen los hijos si luego los abandonan? ¿Quieren hacer sufrir a su propia familia? ¿Quieren hacer que no se sientan queridos por su propio padre? Ese tipo de gente me da asco. 

 -Lo peor de todo es que fue así sin más. -Continua hablando.  -No dejó ninguna carta, ni siquiera se despidió de nosotros. Nos llamó días después.

Vaya, eso me recuerda a Phil, gracias por abandonarme, adiós.

 -Quiso mandarnos dinero para seguir adelante, pero mi madre lo rechazaba, no quería nada que proviniera de él. Lloró durante mucho tiempo, todas las noches la escuchaba, pero no se decaía delante nuestra.
 -Tu madre es fuerte.

Como Karen...

 -A mi hermana le afectó demasiado. Yo intentaba no llorar, seguir con mi vida, pero la gente, mis propios compañeros, no me lo ponían fácil.

Este chaval ha sufrido muchísimo. No se lo merece. Nadie se lo merece. Nadie se merece un rechazo, ni por sus propios amigos, y menos por su propio padre. 
Veo como su cara expresa tristeza y melancolía. Aunque no lo quiera admitir, sé que lo echa de menos. Seguramente esos momentos que ha vivido con su padre siguen ahí, rondando en su cabeza, haciéndole sentir culpable por el abandono de su padre. La peor sensación del mundo, echarse la culpa a sí mismo por algo que ni siquiera ha hecho. Lo digo por experiencia.
Mi expresión sigue igual, lo entiendo perfectamente, sé cómo se siente, pero no logro expresarlo. No es que no sienta pena, pero es que esto yo ya lo he vivido. Y todos los obstáculos que me ha presentado la vida, me han ayudado a ser fuerte, aunque no siempre es fácil.

 -Conozco a alguien que ha pasado por eso. -Digo sin pensar en mis palabras.
 -¿Quién?
 -Mi tía.

Miento. No quiero contar toda la verdad, no ahora. Fue Karen la que pasó por eso. Yo apreciaba mucho a su marido, le tenía cariño, era como un padre para mí. Hasta que la dejó por otra.

 -Vaya, lo siento... -Dice apenado.
 -No es nada, ese tío era un cabrón. Llevo sin saber nada de él desde que tenía 10 años, y me alegro. No quiero noticias suyas, si se ha muerto, si tiene una nueva vida que le va mejor que la anterior, me la suda. 
 -Me gusta como piensas, ojala pudiera pensar yo así.
 -Muchos años de experiencia.
 -¿Y cómo lo has llevado? Eso de no tener amigos... -Pregunta no muy decidido.
 -Al principio muy mal, debes saberlo, pero después de un tiempo ya no te importa lo que la gente piense de ti, y cuanto más tiempo estés solo, más querrás estarlo. No sé si me entiendes...
 -¿Quieres estar sola? -Pregunta confundido. No, no me ha entendido del todo.
 -No es que quiera en el fondo, pero si alguien se me acerca pues como que lo aparto de mi lado, ¿sabes? He aprendido a vivir sola, no me gusta la compañía. Digo todo lo que pienso, no me callo nada, me da igual que les moleste, ya he sufrido yo bastante como para encima pensar en ellos.  Supongo que me has visto actuar así al principio.
 -Vaya... ¿Y cómo es que sí quieres tenerme a tu lado? 
 -No es que quiera... A ver, no me malinterpretes, como ya he dicho antes, al principio no me gusta la gente, pero en el comedor te he visto cabizbajo, solo... Luego he visto que se metían contigo... Me has recordado a mí.
 -Nunca creí que conocería a alguien como yo...  ¿Tan mal te fue la infancia?
 -No quiero hablar de ello. -Digo incómoda. 
 -Lo entiendo.

Nos quedamos en silencio, no quiero hablar más de esto. Me recuerda a mis padres, a David, a Phil, a Karen... Vuelven mis ganas de llorar. Aparento ser fuerte, quiero que la gente piense que me importa una mierda todo, quiero que pasen de mí. Pero por dentro... todavía no he superado nada, todavía recuerdo el primer día que conocí a David con 3 años, todavía recuerdo todos los momentos vividos con cada una de las personas más importantes de mi vida, todavía recuerdo cuando vi por última vez a mis padres.
Necesito estar sola.

 -Dougie, creo que deberías irte. Tengo que terminar de colocar las cosas. 
 -Claro, nos veremos luego, ¿no?
 -Supongo que sí. 


Se levanta del sofá, me dedica una sonrisa que intento devolver pero se queda en eso, en un intento. Se mete la mano izquierda en el bolsillo del pantalón, abre la puerta y se va.
Sola. Quiero estar sola.
Me tiro sobre una de las camas individuales y comienzo a llorar. Todos los recuerdos han vuelto, todos esos recuerdos que me hacen mostrar mi lado más débil. Todos estos años siendo fuerte para nada.
Me he adaptado a mi compañera más hija de puta. La vida. He intentando huir de ella varias veces, demasiadas para mi edad, pero Karen siempre me lo impedía. Tiene ese don. Cuando sabe que alguien va a hacer la locura más grande de su vida, aparece. Me ha visto estar al borde de la muerte muchas veces, yo no veía la realidad, y ella siempre estaba ahí para hacérmela ver. 
Y aquí... aquí no sé qué será de mí. ¿Por qué no quería venir? Porque no quiero estar separada de ella. Ese es mi único motivo. Aunque no quiera, aunque haya dicho que no necesito a nadie, a la única persona que necesito a mi lado es a ella. Es la única que se ha dignado a educarme sabiendo lo difícil que es convivir conmigo. Sé que me necesita, soy muy parecida a ella y eso es lo que me mantiene unida. Pero ahora... ahora no está aquí conmigo. Seguro que está sonriendo, como siempre, al contrario que yo. Todavía no he aprendido a sonreír de verdad. Bueno, lo aprendí una vez en la vida, pero todo lo que he aprendido no ha servido para nada. 
Continuo llorando toda la tarde, ya no sé ni cuánto tiempo llevo tumbada en la cama llorando sin consuelo. Al fin, me duermo.
Llaman a mi puerta. Genial. El único momento que tengo para dejar a un lado todos mis pensamientos, y me lo joden. 
Me levanto de la cama sin quererlo y me dirijo a la puerta. La abro sin ganas y veo a un chaval apoyado en la pared, a mi izquierda. 

 -Qué. -Pregunto seca.

Se gira y se me queda mirando sin saber qué decir. Supongo que se habrá asustado por mi cara.
Es poco más alto que yo, su pelo castaño tapa parte de sus ojos... ¿azules? Sí, creo que son azules. Joder, y yo que decía que Dougie los tenía bonitos... Pues este no se queda corto. Lleva un polo de manga corta negro con rayas blancas, pantalones vaqueros caídos, y estoy segura que si se estira un poco, puedo ver sus boxers. Y lo que decoran sus brazos y su cara son... pecas. Vuelve a mi mente la imagen de David, él tenía pecas, muy pocas, pero al fin y al cabo eran unas pecas hermosas. 

 -¿Estás bien? -Dice preocupado.

Espera, yo esa voz ya la he oído antes.

 -Sí, lloro por gusto. ¿Qué quieres? 
 -Venía a decirte de parte de Tom que si bajabas a cenar.

¿Es el de antes? ¿El que me ha llamado preciosa? ¿El que pretendía ligar conmigo? Pues no está nada mal, oye.

 -No. Ya sabes la respuesta, puedes irte.

Intento cerrar la puerta, pero lo impide con su mano. Uñas mordidas. Vaya, como yo. Pocas veces he visto mis uñas largas, me he echado todo tipo de esmaltes para no mordérmelas, pero siempre acababa comiéndome hasta el pintauñas.

 -Ya me has cerrado la puerta en las narices una vez, no serán dos.
 -Quién sabe. Lo mismo incluso puede haber una tercera. -Digo divertida.

Aparece una sonrisa de medio lado en sus labios. Jodida sonrisa. Intento volver a cerrarla pero vuelve a impedirlo. Esta vez mete su cuerpo entero dentro de la habitación cerrando la puerta a sus espaldas mientras doy unos pasos hacia atrás. No tengo demasiada fuerza después de haber estado toda la tarde llorando.

 -¿Se puede saber qué te pasa? -Vuelve a preguntar.
 -No, no se puede saber.
 -¿Por qué?
 -Si te lo dijera, tendría que matarte. 
 -Puedo correr ese riesgo.

Da un paso hacia delante.

 -Prefiero guardármelo en la tumba.
 -Siempre consigo lo que quiero. -Sonríe pícaro.

Da otro paso más.

 -Yo no soy tan fácil.
 -Eso está por ver. ¿Tu nombre?

Otro más.

 -No te lo voy a decir.
 -No estés tan segura de eso. 

Vuelve a acercarse más. 
Todavía no he dado ni un paso desde que me he movido cuando cerró la puerta, no quiero sentirme intimidada.
Está demasiado cerca, y no sabe que si juega conmigo se puede quemar.

lunes, 9 de abril de 2012

Capítulo 2: "Quiero saber si él es como yo"

Ya metido todo en el armario y la mochila dejada encima de la cama, llaman a la puerta.
Me acerco y la abro no sin antes guardarme la llave en el bolsillo.

 -¿Qué quieres? -Digo sin ganas.
 -¿Bajas a comer?
 -Eh... Sí, ahora dentro de un rato bajo.

Lo más normal del mundo es que me hubiera bajado con aquel chaval, sí, era otra vez ese rubio regordete, para que no me tomen por una borde o por un bicho raro. Hasta ahora no lo he mencionado, pero sobre mi pelo castaño, tengo varias mechas rojas, y cada X tiempo, me las vuelvo a repasar. Me gustan. También tengo un piercing en la nariz con forma de aro, y dos dilataciones pequeñas, de 3 mm. Sin mencionar que tengo dos tatuajes, uno en la muñeca izquierda que pone "Silence is a scary sound", y el otro es un hada al lado derecho de la cadera. Todo esto me lo hice cuando Phil me abandonó. Este cambio radical hizo que aumentara el número de insultos y apodos, hizo que me sintiera más sola. Pero me daba igual, ya no tenía nada ni nadie. Karen dejó que me hiciera todos esos cambios, ella siempre me ha consentido todo, supongo que porque no es mi verdadera madre. 
Pero no bajo, me quedo en la habitación mirándome en el espejo. Viendo a una adolescente rota por dentro, pero por fuera sin ningún rasguño, aparentando ser fuerte.
Pasan unos minutos y decido bajar, tengo hambre.
Todo el mundo está sentado por grupos. Cojo una bandeja y me acerco donde sirven la comida. Hamburguesa con patatas. Bueno, por lo menos hoy no paso hambre. 
Me siento en una de las mesas más alejadas, sola, como siempre. ¿Quién va a querer sentarse con la nueva borde? *No sé por qué piensas eso, si en cuanto se te acerque alguien lo vas a echar de tu lado.* Pues tienes razón. Sí, hablo conmigo misma en mi subconsciente, ¿estoy loca? Tal vez, pero así no me siento completamente sola.
Miro a mi alrededor y veo que en una de las mesas se encuentra el chaval rubio con la chica esta que se llamaba Ginger o algo así, pero no están ellos dos solos, a su lado hay una chica también rubia y con el pelo rizado, y al lado de ésta, una chica con el pelo rojo. Vaya, eso sí que me llama la atención. Su pelo es precioso, ya me gustaría a mí teñírmelo así, pero con mis mechas no me va mal.
Miro hacia otro lado y en una de las mesas veo a un chaval rubito. ¿Qué para? ¿Aquí son todos rubios o qué? Lo que le diferencia a ese chaval del resto es que está solo. Sí, como yo.
Todos ríen, gritan, se divierten, menos aquel chaval y yo, que sólo nos centramos en nuestra hamburguesa. 
Él todavía no me ha visto, mejor, a ver si se me va a acoplar. *¿Ves? Quieres estar sola.* Pues sí, quiero estar sola, nadie se merece mi compañía, persona que está a mi lado, persona que sufre. 
El chico acaba de comer y se va cabizbajo, tímido, mirando a sus pies con miedo a ser empujado. 
Acabo de comer y me levanto yo también. Para qué seguir aquí, estoy mejor en mi habitación.
Voy por los pasillos y escucho voces.

 -¡Eh! ¡Enano! -Grita una voz no muy grave pero bastante intimidante.

Silencio.

 -¿Qué pasa? ¿Sabes que es de mala educación no contestar a lo que se te pregunta? -Continúa hablando. 

Más silencio.
Me acerco a la zona de donde vienen esas voces, y me encuentro con un tío bastante más grandote que el chaval que está a su lado. Pero espera... ¿Ese no es el que comía solo hace un rato? Sí, si que lo es.
Le agarra del cuello de la sudadera y lo levanta levemente.

 -De... Déjame. Yo... Yo no he hecho... Yo no he hecho nada...
 -Tranquilo, sólo quiero divertirme un rato.

Le estampa contra la pared. Vale, no aguanto más.

 -¡EH! ¡DÉJALE EN PAZ! 

Al principio no quería nada con ese crío, y ahora por salvarle el culo estará detrás mía, pero da igual. No puedo soportar que le hagan lo mismo que me hicieron a mí. A mí también me pegaban cuando era pequeña, las niñas de mi clase, desde que pasó lo de David, me culpaban de ello, me pegaban y me decían cosas bastante fuertes para la edad que tenían. Las odiaba, ellas no sabían nada. Pero lo peor de todo, es que me creía todo lo que me decían.

 -¿Qué has dicho? -Pregunta sin soltar a aquel chaval.

Me acerco a ellos, y ahora sí lo suelta, pero con rabia.

 -Lo que has oído. ¿Te gusta meterte con la gente? ¿Pues por qué no te metes con los de tu tamaño? Crees que no puedes con ellos y te metes con los más débiles, ¿no? Claro...
 -¿Te crees muy lista, mechas?
 -Más que tú, sí.

Dicho esto, le dejo con la palabra en la boca y me dirijo a mi habitación. El tío me empieza a insultar, cosas que antes ya había oído más de una vez. 
Y como me temía, el chavalín rubio me persigue. Corre y alcanza mi ritmo.

 -Oye que... Gracias.
 -No las des. No me gusta ver cómo abusones se meten con gente que no tiene culpa de nada.

Llego a mi habitación y el chaval se queda a un lado, no pensará que le vaya a dejar pasa, ¿no? Aunque mírale... Cabeza agachada, se mira sus pies, espera... Eso son... ¿Dilataciones? Tal vez ese chaval y yo tengamos más cosas en común de las que imagino.

 -¿Cómo te llamas?
 -Dougie...
 -Bueno, Dougie, ¿pasas o te quedas ahí? -Digo con una sonrisa poco pronunciada. 

Espero una respuesta por su parte. Levanta la cabeza y me mira con ojos brillantes. Joder, qué ojazos. Azules verdosos.
Entra y se queda de pie frente al sofá. Si, tengo sofá. Lo dicho, campamento para niños ricos.
Se sienta en el sofá y se frota las manos. Sí que es tímido, sí.

 -Y dime... Dougie.
 -¿Sí? 

Levanta la cabeza para mirarme mientras cojo una silla que hay por ahí dentro de la habitación, y me siento.

 -Te he visto solo. ¿No tienes amigos?

Ole mi forma se ser tan directa. *Con tacto, Haylay, por Dios.* ¿Tacto? ¿Acaso alguien ha tenido tacto conmigo alguna vez?

 -Eh... No.

Vuelve a agachar la mirada, pero sigue hablando.

 -Nunca he tenido ninguno. Siempre me han llamado bicho raro.

Vale, esa frase ha ido directamente a lo más profundo, como un cuchillo clavado en mi pecho.
Definitivamente, ese chaval ha pasado por cosas parecidas a las mías.

 -Pues ya somos dos. Fíjate qué cosas, los dos bichos raros juntos. -Digo sonriente.
 -¿No tienes amigos?

Vuelve a fijar su mirada en mí. Sé lo que muestran sus ojos, he experimentado todas las miradas que una persona puede transmitir, desde el odio hasta el amor. Su mirada muestra lo que ahora mismo mostraría una persona si le digo que mi vida es una mierda y que no tengo a nadie a mi lado. Pena. Siente pena por algo que también lo está pasando él. ¿Y yo? Yo me siento igual que antes de conocerle. Mirada indiferente.

 -No. -Contesto seca.
 -¿Por qué? Mírate, eres guapa, mola un montón tu pelo y siempre he querido tener un piercing como el tuyo.

Dicho eso, se puso colorado como un tomate. Pobrecito, seguro que no está acostumbrado a decir cosas así. *Y ni tú a oírlas*. Cierto, el único que me decía cosas bonitas era Phil. Bueno... y David.

 -Me alegra oír eso. 

Levanta la cabeza y sonríe, se le achinan los ojos cuando lo hace. 
Le dedico una pequeña sonrisa de medio lado no muy pronunciada. Ahora es cuando espera a que le cuente toda mi historia. Pues no. Lo siento, pero esa historia se queda conmigo hasta el día que esté preparada para contarlo.Pero eso no significa que no quiera oír su historia. Ese chaval ha despertado en mí algo. Interés. Ha hecho que ese sentimiento de indiferencia hacia algunas personas disminuya. Quiero saber si él es como yo.

 -¿Por qué te llaman bicho raro? -Pregunto decidida. 
 -Porque...

Silencio. A veces mi forma de ser tan directa asusta a los demás. Lo mismo no quiere contar nada, le costará confiar en la gente. 

 -Oye, que no tienes por qué contármelo.
 -No, es que... Me gustaría contártelo, pero si prometes ser mi amiga y así estar tranquilo y saber que no me vas a dejar tirado.

¿Amigos? Amigos... Nadie quiero antes ser mi amigo. Ni siquiera Phil. Todo pasó, pasamos de ser conocidos a ser novios, por llamarlo de alguna manera. Pero no pasamos por la etapa más importante, la amistad. 
Confiábamos el uno en el otro, pero como novios, no como amigos. Y ahora no estoy en condiciones de confiar en la gente de la noche a la mañana. No. Ya lo hice una vez, y mira cómo salió todo.

 -No creo que sea una buena idea que estés cerca de mí... La gente ha salido mal parada.
 -Pero eres la única que me ha defendido, la única que me ha dirigido la palabra sin insultarme. Eres la única persona con la que siento que puedo contar...

Esas palabras son sinceras, se le ve en la mirada. Está bien, pero eso no significa que le vaya a contar toda mi vida, necesito tiempo.

 -Está bien. Pero yo no puedo contarte mi vida ahora, no estoy preparada para hacerlo. Así que no me obligues a contestarte nada personal.
 -Yo no soy quien para obligarte a decidir a quien tienes que contarle tus problemas. Ya me los contarás cuando quieras, yo sólo necesito una persona en la que confiar.

Cada vez que me dice una frase, me arrepiento menos de haberle defendido de aquel... tío. ¿Y este cacho de pan nunca ha tenido amigos? La gente da asco, sólo se deja llevar por la apariencia física, seguro que le veían solo y se prensaban que tenía la lepra o cualquier enfermedad rara contagiosa. Todos son unos críos pijos malcriados.